Había una vez, en medio del ajetreo de la gran ciudad, un hotel con un extraordinario secreto en su azotea: un próspero negocio de apicultura.
La miel era tan famosa que recibió el premio a la "Mejor Miel Urbana" tres años seguidos.
El néctar dorado se ha hecho muy conocido: los clientes endulzan su té matutino, lo untan en los crujientes cruasanes de la mañana o lo disfrutan solo. En el clarion café pudieron disfrutar de una bebida realmente única: un cappuccino con miel. Al terminar su estancia, los huéspedes pueden comprarse un pequeño tarro de miel como recuerdo, un capricho y un final verdaderamente feliz.